miércoles, 23 de mayo de 2018

Viajando con el presente

No siempre fue así. Hubo un tiempo en el que, ni montar en triciclo como los niños grandes, ni  ponerse los zapatos de papá o sus camisas,  le ayudaba a ser feliz. Tal era su frustración que creció con la necesidad de  alcanzar edades mayores, como si la felicidad fuese una cuestión  de edad.
Con el pasado del tiempo,  se dio cuenta que ya había que alcanzado, varias veces, aquellas edades añoradas y que, aun así, seguía sin ser feliz. Sentía que su vida había  ido a  varar  en un vagón que no iba a ninguna parte, y sintió  morir.
A pesar de estar aturdido por los acontecimientos, supo reflexionar:  comprendió que la felicidad no estaba en su futuro y que, por culpa de su obsesión, tampoco formaba parte de su pasado. Comprendió que había  pagado un billete  muy caro al no disfrutar ni del viaje ni del paisaje  y decidió que,  desde ese mismo instante, comenzaría a vivir en un continuo presente, anexo entre un pasado que ya fue y todo lo que estaba por venir, mientras viajaba  en el tren de su vida sin un destino fijo, sin edades...
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1 comentario:

  1. No hay como disponer de una bicicleta para lograr objetivos.

    Hasta aquí he llegado por hoy. Repito, un placer.

    Chao.

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